Con la exhibición el pasado viernes de El incierto señor Cunqueiro (La 2), en la serie Imprescindibles, se remedó en alguna medida una de las quejas comentadas por la mayoría de los especialistas y amigos que intervinieron en el documental: la falta de reconocimiento de quien consideran uno de los mejores escritores en lengua gallega y castellana.

Lo cierto es que al escuchar a sus amigos, al oír a los estudiosos de su obra y a sus colegas de profesión, la figura de Álvaro Cunqueiro podría incluirse en un selecto y heterogéneo grupo de creadores heterodoxos, un grupo en el que podrían estar desde Julio Caro Baroja y José Lezama Lima a Julio Camba o Jorge Luis Borges, cada uno con sus rasgos y estilos propios pero con el denominador común de una muy amplia cultura y, sobre todo, una enorme capacidad para comprender al ser humano, con sus imperfecciones y virtudes, personajes que se ajustan al pie de la letra al axioma cunqueirano “un hombre que duda es un hombre libre”.

Y si en su obra sobresalen los antihéroes, cabe señalar que su vida también se corresponde con esa condición: un joven apasionadamente galleguista (militó en el partido de Castelao, en su rama más independentista) para acercarse a la Falange ante los horrores de la guerra, ser repudiado después por el Régimen y desposeido de su carné de periodista para, finalmente, dedicarse de nuevo en su Galicia natal a todas las formas conocidas de la escritura gracias a su talento: poesía, novela, ensayo, teatro, articulista..., tocó todos los palos de la literatura y todos los tocó bien, desde los que propagó un hedonismo posible.

Un excelente documental dirigido por el antaño rockero Antón Reixa reconvertido hoy en productor y realizador, en el que la columna vertebral es el propio homenajeado y sus reflexiones entresacadas de aquel programa extraordinario, A fondo, hoy inimaginable.